Usualmente los museos
están asociados a grandes salones con una cantidad de obras de renombre, sin
embargo, no siempre esto es así. En esta oportunidad BBC Mundo nos trae un
reportaje de Alberto Nájar en el que hablan de algunos de los museos poco tradicionales que hay
en Ciudad de México.
Isla de las muñecas.
¿Se imagina caminar entre instrumentos de tortura utilizados por la
Inquisición, recorrer vitrinas con frascos donde se guardan fetos y tumores
cancerígenos o quizá desembarcar en una isla habitada por muñecas de juguete?
Pues es parte de lo que albergan algunos de los más de 150 museos que
hay en la capital de México, que según las autoridades es una de las ciudades
con mayor cantidad en el mundo.
Las exhibiciones permanentes son variadas, pues se pueden encontrar
obras de Augusto Rodin, Dalí o Frida Khalo, y observar zapatos hechos hace dos
siglos, juguetes centenarios, agujas para fonógrafos o fusiles con chapa de oro
y adornados con esmeraldas que fueron confiscados a capos del narcotráfico.
Existen museos tradicionales como el Nacional de Antropología que
alberga la mayor colección de piezas prehispánicas del país, pero también hay
otros considerados de vanguardia y cuya edificación costó millones de dólares
como el Soumaya, propiedad del empresario Carlos Slim, uno de los hombres más
ricos del mundo según la revista Forbes.
Pero también hay otros que permanecen semiabandonados, como el de la
Caricatura, donde se exhiben dibujos del expresidente Porfirio Díaz cuyo
gobierno de más de 30 años provocó la Revolución Mexicana en 1910, o el llamado
Lago de los Reyes Aztecas, en la zona lacustre de Xochimilco y que está ubicado
en una isleta construida hace más de 600 años.
Esta variada oferta cultural contrasta con la realidad: según algunas
encuestas, el 43% de los mexicanos nunca ha visitado un museo, ni siquiera como
parte de una tarea escolar.
BBC Mundo le presenta cinco museos insólitos que existen en Ciudad de
México:
Museo de la
Tortura
Un sarcófago con puntas de acero por dentro, conocido como La Doncella
de Hierro, cinturones de castidad, El Potro, utilizado para dislocar las
coyunturas de los detenidos, una guillotina para cumplir las sentencias de
muerte…
Forman parte de la colección de este museo, ubicado en una antigua
casona del centro de Ciudad de México, y que fueron utilizados por el Tribunal
del Santo Oficio, conocido como la Santa Inquisición que durante los tres
siglos de la colonia sometió a juicio a unas 300 personas, acusadas de herejía,
blasfemia o practicar la magia.
La Pera, uno de los instrumentos de la Inquisición que se exhiben en el
Museo de la Tortura de Ciudad de México.
La exhibición se divide en cuatro secciones: instrumentos de humillación
pública que debían portar en todo momento quienes eran sentenciados por los
inquisidores; aparatos para torturar durante los interrogatorios y equipo para
asesinar a los condenados por delitos graves.
Se destaca una sección con instrumentos para torturar mujeres, quienes
fueron las principales víctimas de la Inquisición.
La muestra surgió originalmente en Florencia (Italia) en 1983, y desde
hace más de una década permanece de forma itinerante en México. De hecho el
primer sitio donde se exhibió fue el Palacio de la Medicina, que durante la
época de la colonia fue sede del Tribunal del Santo Oficio.
Museo del
Narcotráfico
Pertenece a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y se encuentra
dentro de las instalaciones del Campo Militar Nº 1, en el norte de la capital
mexicana.
No está abierto al público pues fundamentalmente se utiliza para
instruir a los oficiales y soldados que cotidianamente combaten el tráfico de
drogas en el país.
Pero en su acervo se encuentran algunos ejemplos de las excentricidades
de los capos, como fusiles de asalto AK-47 bañados en oro, pistolas con cachas
(zona donde se empuña el arma) llenas de incrustaciones de diamantes, rubíes o
esmeraldas, medallas de plata e imágenes de Jesús Malverde, el santo del
narcotráfico mexicano y la Santa Muerte.
Muchos de los objetos fueron confiscados por los militares en las
capturas de jefes de los carteles y se exhiben como una especie de trofeo en la
lucha contra el narcotráfico en México.
Museo del
Juguete Antiguo
Hace casi 60 años Roberto Shimizu empezó a coleccionar juguetes. Primero
guardó los que recibía en navidades y cumpleaños, y después empezó a comprarlos
en bazares, mercados y, claro, las jugueterías.
Hoy su colección supera los 2 millones de ejemplares. Muchas de las
piezas fueron fabricadas por empresas mexicanas ya desaparecidas, otros son
ejemplares únicos. Existen juguetes de principios del siglo pasado, hechos con
madera, máscaras originales de luchadores y hasta una enorme cara de metal que
sirvió como puerta de entrada a un popular centro de baile de los cincuenta.
El Museo del Juguete Antiguo exhibe 40.000 ejemplares, muchos son únicos
Para los visitantes adultos la visita al museo es un viaje a la niñez, y
para los menores representa un mundo prácticamente desconocido pues las piezas
exhibidas ya no se fabrican.
Para Shimizu sirve para recordar algo que tiene muy claro: antes los
juguetes eran para jugar, pero ahora "son para que los padres gasten
dinero".
Museo del Objeto
Lo que más impresiona de este lugar es que está lleno de objetos
conocidos que en algún momento formaron parte de la vida cotidiana de los
mexicanos y que al verlos en el museo cobran un valor distinto.
Es parte del objetivo del sitio, hacer "una revisión histórica de
México desde inicios del siglo XIX: su sociedad, movimientos culturales, tendencias,
formas de pensar y contacto con el exterior", según dice la página web del
museo.
Colección Diálogo con el Espejo. La belleza, ¿una obligación? Cortesía:
Museo del Objeto del Objeto.
Así, en esta casa de estilo art nouveau se pueden
encontrar –en sus distintas colecciones– desde afiches de campañas políticas
hasta aparatos de sonido utilizados en los inicios del rock, zapatos para bebé,
latas de harina, tapas de refrescos o periódicos y carteles publicados hace 100
años.
El acervo del Museo es superior a las 100.000 piezas, aunque con
frecuencia abre sus puertas a colecciones ajenas.
La Isla de las Muñecas
Una de las historias más conocidas sobre este lugar es que el
propietario, Juan Santana, reunió a cientos de muñecas de plástico que encontró
en la basura para alejar al espíritu de una chica que aparecía en su casa.
La receta funcionó, dicen los sobrevivientes de Santana, pero el
resultado fue uno de los sitios más extraños de la capital mexicana: la Isla de
las Muñecas ubicada en un islote, conocido como chinampa, en la zona lacustre
de Xochimilco, en el sur de la ciudad.
En Xochimilco, en el sur de Ciudad de México, se puede visitar la Isla
de las Muñecas.
En el lugar permanecen cientos de muñecas colgadas de árboles, cabezas
de los juguetes sobre troncos y cuerpos amarrados en la cerca que rodea la
chinampa.
Forma parte del recorrido turístico que se realiza a bordo de
trajineras, pequeñas embarcaciones de madera adornadas con flores que son
típicas de Xochimilco.
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